La exportación de vino argentino se ha reducido en los últimos años debido al fuerte crecimiento de los costes laborales que dispararon la inflación del país.
En concreto, la bodega O. Fournier, con 14 años en sector, ha dejado de servir sus vinos de alta calidad a precios bajos hasta que la situación mejore.
El auge de la industria del vino en Argentina fue considerada un éxito. La demanda de los vinos Malbec, de gran calidad y precios asequibles que se obtenían al pie de las cumbres nevadas de los Andes y que la bodega O. Fournier exportaba con éxito, creció durante 10 años consecutivos convirtiendo a Argentina en el quinto mayor productor de vino del mundo en 2011 según la Organización Internacional de la Viña y el Vino. Pero el pasado año, las exportaciones cayeron un 5% (877 millones de dólares, de acuerdo con bodegas de Argentina) y durante el mismo periodo, el volumen de exportación cayó un 14% según proveedores argentinos.
Durante este año, las exportaciones de vino embotellado, en caja o individualmente envasados cayeron un 5,5% (77 millones de litros en los primeros meses de 2014) y en EEUU, el mercado más grande de Argentina, las exportaciones disminuyeron casi un 8%.
El problema radica principalmente en la inflación según el analista Stephen Rannekleiv de vinos y licores, ya que la cosecha de vino es intensiva en trabajo y se ha encarecido más que otros productos agrícolas. Los analistas estiman que el gasto de los productores aumentó por lo menos 100% en los últimos cuatro años.
En 2001, tras la moratoria de Argentina y la devaluación de su moneda, algunos inversores acudieron a la región vinícola para exportar a EEUU sus vinos y recibir dólares al tiempo que se cubría la debilidad del peso argentino. Estas exportaciones de vino a bajo precio, como Malbec lograron entrar en el mercado estadounidense, estrategia que ahora resulta bastante difícil.
Muchos productores vinícolas cuyos vinos estaban destinados a la exportación, como Malbec lidian con esta situación y buscan otras alternativas, como la explotación turística en sus propios viñedos mediante restaurantes o venta de parcelas para la elaboración privada de los vinos o como casa de vacaciones.
La esperanza de muchos productores de vino radica en el cambio de las políticas económicas de la presidenta Cristina Kirchner que permitan aliviar la inflación y atraer la inversión extranjera.